Hablar en público

Consideraciones generales

Toda exposición oral que se precie ha de seguir tres fases. Una primera de planteamientos previos, en la que se establece el tema; el carácter más o menos formal, si es informativa o persuasiva, etc.; el tipo de auditorio para adecuar bien la exposición a sus destinatarios; y, sobre todo, la finalidad o propósito pretendido.

La siguiente fase es la de preparación, en la que se busca, selecciona y se ordena la información que se desea transmitir a partir de unas ideas principales (tesis), y que culmina con la elaboración del discurso.

La fase definitiva es la puesta en escena, donde se procede a la pronunciación o lectura del discurso. Para tener éxito, aparte de una buena preparación previa, se deben tener en cuenta ciertas recomendaciones acerca de la audición, gesticulación y animación.

En cuanto a la cuestión de si un discurso debe ser pronunciado sin papeles o con ellos, e incluso, de si se puede leer o no, diremos que la lectura es totalmente lícita, siempre y cuando se lea bien en público. En cualquier caso, conviene utilizar al menos un guión como hilo conductor. El gráfico recoge los "pros" y "contras" de las tres posibilidades en el desarrollo de una exposición. Antes aclaremos que un discurso abierto es aquel que se va improvisando a medida que se habla; por el contrario, uno cerrado es el realizado de antemano.

Para aprender a hablar en público es necesario empezar a hablar. Esta frase no es lapidaria, sino una verdad de la experiencia. Podemos conocer perfectamente toda la teoría, pero mientras no dominemos la práctica no conoceremos realmente lo que nos puede suponer hablar en público. A andar se aprende andando, a hablar, hablando.

Atención

Lógicamente, como para realizar correctamente cualquier actividad, es preciso entrenarse, practicar y hablar en público y esto debe hacerse según ciertas normas y reglas.

El arte de la oratoria

En el arte de la oratoria podemos distinguir cuatro componentes esenciales:

- La presencia.
- El vocabulario.
- La síntesis.
- La dicción.

La PRESENCIA puede considerarse casi un don, es el magnetismo por el cual el público nos presta su atención. Pero, a pesar de esto, la presencia se puede ensayar y cultivar. Puede suceder que nuestra falta de presencia proceda de la imposibilidad de "dominar" al público, de persuadirle, de interesarle en el objeto de nuestra comunicación. Pero también puede ser que no sepamos explotar nuestro propio magnetismo personal. Esto se debe fundamentalmente a la falta de entrenamiento. Entrenamiento que debemos realizar a tres niveles:

- Nivel espiritual: formaremos nuestro carácter personal hasta el punto de encontrar un equilibrio adecuado a nuestra forma de ser. Esto nos ayudará a enfrentarnos al público con mayor fuerza de ánimo.

- Nivel cultural: aquellas personas que tienen un amplio nivel cultural, que dominan su oficio, que tienen un conocimiento real sobre el tema que pretenden exponer, siempre tendrán mayor facilidad para interesar al público.

- Nivel técnico: es preciso saber hablar correctamente para sacar el máximo rendimiento a nuestro magnetismo personal. Deberemos esforzarnos por utilizar aquellas palabras que realmente expresen lo que queremos decir.

Por lo que respecta al VOCABULARIO, éste tiene que ser adecuado al momento comunicativo y a nuestros interlocutores. Hay que evitar los vulgarismos, pero también palabras que pueden sonar "rimbombantes" y sean de difícil comprensión. El vocabulario debe ser preciso, evitando en lo posible otras interpretaciones. No hay que emplear frases o términos ambiguos, de múltiples significados como las llamadas palabras comodín (vocablos como tema, cosa...).

En cuanto a la SÍNTESIS, debemos procurar expresar las ideas sin un exceso de palabras.

La DICCIÓN deberá ser clara, articulando bien las palabras para que el mensaje sea inteligible.

Preparación

Para hablar en público es necesario preparar cuidadosamente los siguientes puntos:

Público

Lo primero que debemos tener en cuenta es ante qué tipo de público o auditorio tendremos que hablar, para ello daremos respuesta a las siguientes preguntas:

— ¿Qué número aproximado de oyentes asistirán al acto?
— ¿Cuál es su edad, su condición social, etc.?
— ¿Cuál es su grado de interés real sobre el tema que vamos a exponer?
— ¿Cuáles son sus expectativas?
— ¿Son personas conocidas?
— ¿Su asistencia es obligada o voluntaria?
— ¿Habrá personas extranjeras?
— ¿Se utilizarán los servicios de un traductor simultáneo?

Tema

El tema de la exposición es el asunto o materia sobre el que va a versar nuestra exposición y puede ser clasificado en:

— Actual.
— Científico.
— Divulgativo.
— De interés social.
— De interés interno para la empresa.
— Sugerido o impuesto.
— Etc.

Objetivo

Una vez fijado el tema debemos delimitar el objetivo de la exposición, es decir, aquello que pretendemos comunicar al público asistente al acto.

Idea principal

Todo objetivo tiene una idea principal que debe ser en la que nos basemos para realizar nuestra exposición. Esta idea la repetiremos varias veces a lo largo de la charla y en la conclusión final.

Ideas de apoyo

Las ideas de apoyo son las que dan soporte a la idea principal, desarrollándola y deben contestar a todas las posibles preguntas que el público se plantee al oír la idea principal tales como:

— ¿Qué?
— ¿Cuál?
— ¿Quién?
— ¿Cómo?
— ¿Dónde?
— ¿Cuándo?
— ¿Cuántos?
— ¿Por qué?

Esquemas y notas

El siguiente paso será preparar los esquemas que utilizaremos durante la exposición. No es conveniente redactar la exposición ya que, probablemente, una vez frente al público, tendremos la tentación de leer lo que hemos redactado.

Es preferible limitarse a preparar unos esquemas que nos sirvan de hilo conductor y que nos permitan improvisar un poco para dar un toque de frescura y espontaneidad a nuestra charla. Por supuesto, esto no implica que no prepare concienzudamente el tema de su exposición, muy al contrario, esto supone un gran conocimiento del tema.

No obstante, es perfectamente lícito leer un discurso pero para ello hay que realizar una lectura inteligente.

Introducción, Exposición, Conclusión y preguntas

Durante la exposición, recuerde que lo primero que debe hacer es presentarse a sí mismo, si no lo ha hecho ya alguno de los demás conferenciantes:

— Diga su nombre y cargo.
— El porqué de su presencia.
— Ponga título a su exposición de modo que sirva para centrar el tema sobre el que va a tratar.
— Intente despertar la curiosidad del público mediante algún ejemplo o anécdota interesante y curiosa.

- No se disculpe con frases como: ”No soy orador” que desmerece su situación, ya que a usted se le ha encomendado algo para lo cual se supone que está preparado.
— Si durante la exposición se queda bloqueado, en blanco, intente obtener unos segundos de reflexión preguntando al público sobre lo que ya ha sido expuesto o amplíe el último punto sobre el que ya ha hablado.
— Recuerde que los medios audiovisuales son de gran ayuda para reforzar lo que estamos exponiendo ya que son la representación gráfica de las ideas, principal y de apoyo, del tema que estamos tratando.
— No abuse de los tecnicismos.
— Siempre terminaremos nuestra exposición con un breve resumen de los puntos o ideas principales. Recuerde que aquello que se dice en último lugar tiene más probabilidades de ser recordado.
— Una vez finalizada nuestra exposición permitiremos que el público nos plantee sus dudas y preguntas.
— No menospreciaremos ninguna pregunta por elemental y obvia que nos pueda parecer.
— En el caso de que no haya nadie para hacerlo, establezca y modere el turno y tiempo de exposición.
— Nuestras respuestas siempre serán claras, amables y sencillas, evitando siempre el tono de superioridad.

Ante el público: actitudes

Uno de los aspectos más importantes para hablar en público es tener siempre presente a qué tipo de público vamos a dirigir nuestro mensaje.

Pero el estudio del público presenta normalmente una serie de incógnitas difíciles de resolver, por lo que, cuanto menor sea nuestro conocimiento sobre él, mayor será nuestro grado de angustia o excitación.

Para evitar este "sufrimiento" innecesario existen una serie de normas racionales que nos facilitarán su conocimiento:

1º Conocer al público

En principio, intentaremos conocer con la mayor exactitud posible a nuestro futuro público. Se trata de dar respuestas a las siguientes preguntas:

— ¿Quiénes asistirán?
— ¿Cuál es su edad media?
— ¿Cuál es su mayor preocupación?
— ¿Qué opiniones tienen sobre el tema que les vamos a comunicar?
— ¿Qué esperan obtener de nuestro mensaje?

Lógicamente, la aproximación a nuestro público dependerá, en gran parte, de la posibilidad de encontrar el mayor número de respuestas claras y concisas a los interrogantes que hayamos planteado.

2º Conocer el objetivo de nuestra charla

Debemos conocer perfectamente qué es lo que tenemos que comunicar, es decir, el objetivo de nuestra charla en público. Pero también es necesario decidir por dónde quiere uno conducir a dicho público, es decir, qué tipo de razonamiento vamos a utilizar, cómo vamos a estructurar el mensaje.

Ambas cuestiones, fijar el objetivo y el razonamiento del mensaje, necesitan una preparación minuciosa sobre papel. Y, aún así, en el transcurso de la disertación, uno se va dando cuenta de que olvidó tal detalle, un eslabón del razonamiento que habíamos preparado tan cuidadosamente, etc. No se preocupe, es cuestión de práctica… la próxima vez saldrá mucho mejor.

3º Aislarse del ruido

Si es posible, intente aislarse del ruido y la agitación aproximadamente una media hora antes de iniciar su charla. Esto le ayudará a tranquilizarse y a concentrarse en lo que va a hacer. Si se pone nervioso haga algún ejercicio de respiración y, recuerde que el café es excitante.

4º Conocer de antemano el escenario

Siempre es aconsejable conocer de antemano el escenario o sala en el que se va a hablar, la acústica, la luz, etc. Estos no son los mejores momentos para recibir sorpresas.

5º Cuidar nuestra forma de vestir

Por último, debe poner cierto cuidado en su forma de vestir. Elegir el vestido o traje en función del público, de la ocasión y, fundamentalmente, de la comunicación que se va a hacer, ayudará a que nuestra apariencia física sea la adecuada. Recuerde que la primera imagen que tenga el público será por su aspecto personal. Procure no dar una primera imagen desfavorable.

Si está obligado a hablar sentado, no se hunda en el asiento ni se eche hacia delante sobre la mesa.

Gesticulación

Cuando hablamos, nuestro cuerpo no se queda quieto y rígido, muy al contrario: cada palabra es apoyada por un movimiento corporal o un gesto.

Los actos que dan énfasis al ritmo verbal se denominan señales batuta, es decir, aquellas señales que, a modo de batuta del director de orquesta, marcan el compás de los pensamientos hablados. El objetivo de estas señales es remarcar los puntos de énfasis de nuestro discurso o mensaje. Su papel es tan importante y su realización tan inconsciente que incluso se hacen cuando el interlocutor no puede vernos, como por ejemplo en cualquier conversación telefónica.

Así, cuando hablamos, nuestras manos no permanecen casi nunca quietas, agarran el aire, señalan objetos o personas inexistentes, etc.

Estos movimientos sirven para conducir, como si fuera música, nuestras palabras, para hacer mucho más comprensibles los mensajes a los interlocutores u oyentes.

Normalmente, cuando hablamos en público gesticulamos más que en una conversación cara a cara, ya que tenemos que ganarnos al público, su atención, y para ello nos esforzamos apoyando gesticularmente nuestras palabras. Cuando hablamos en público obtenemos menos estímulos del público que de un interlocutor solitario, porque éste sonríe y asiente todo el tiempo, dando la impresión de que nos sigue perfectamente en el desarrollo de la conversación. En cambio, el público no nos muestra su aprobación a cada minuto, con sonrisas ni asentimientos ya que, todos los individuos que componen el público forman parte de una masa y no sienten ninguna relación personal con el orador.

Por ello, debe captar su atención. Si está leyendo su discurso no olvide levantar la mirada y dirigirla a toda la audiencia, a izquierda, derecha, delante y atrás. Y recuerde algo muy importante: son personas quienes le están escuchando, dele a su discurso énfasis, emoción, y en el supuesto de que ya haya pronunciado el mismo discurso o parecido en reiteradas ocasiones, dígalo como si fuese la primera vez que lo hace.

Respiración

La respiración es otro aspecto que deberemos cuidar para mejorar nuestra oratoria frente al público. A muchas personas les falta el aire y se sofocan hablando, sin saber por qué. Otras, el tono de su voz carece de acento, especialmente al final de cada frase. Otras tardan demasiado en tomar aire entre frase y frase, lo que provoca un ritmo entrecortado en el discurso. Pero, la mayoría, no se toman ningún tiempo para respirar. Todos estos pequeños fallos que perjudican nuestro discurso se pueden mejorar si realizamos una respiración correcta.

Hablar en público supone respirar a un ritmo algo más rápido y más profundo, sobre todo si tenemos que hacer llegar nuestra voz hasta el fondo de la sala. Debemos esforzarnos en mantener una presión igual de aire al nivel de las cuerdas vocales, para que la voz no decaiga por falta de aire, sobre todo al finalizar las frases.

También es conveniente tomar el aire algo más rápidamente de lo normal para no cortar el ritmo de las palabras ni interrumpir el flujo de ideas.

Es aconsejable respirar por la nariz, de modo que podamos reservar la respiración por la boca para los casos en que se necesita de una mayor cantidad de aire, es decir, en aquellos momentos de elocuencia desbordada o cuando tenemos que levantar la voz más de lo normal.

¿Cómo debemos espirar este aire una vez inspirado?

Espiraremos el aire de una forma lenta y economizada, de modo que lleve el mayor número de sílabas, en una sola toma, lo que nos evitará la necesidad de inspirar continuamente y mantener el ritmo de nuestra exposición.

Por otro lado, la espiración del aire también debe permitirnos reforzar las palabras más importantes de las frases.

En definitiva, nuestro modo de respirar debe proporcionarnos, lo que normalmente se denomina una voz asegurada, es decir, cuando nos permite elegir el registro más adecuado a cada situación concreta y hablar a lo lejos, sin hablar fuerte y, por supuesto, sin gritar.

Uso del micrófono

En cuanto al uso del micrófono, cuando el mismo está colocado a la vista del público nunca debe servir para escondernos detrás de él, es decir, el micrófono no puede ser la excusa para perder de vista a las personas que forman el público y que están delante de nosotros mirándonos.

Además, deberemos controlar no salir de la zona en la que el micro capta claramente la voz, pues si nos alejamos más allá de ese límite, el volumen sonoro de nuestra voz disminuirá notablemente sin que nosotros nos demos cuenta de ello.

Pero, por el contrario, si nos acercamos demasiado, la voz saldrá poco natural, metalizada y con poca nitidez.

Cada micrófono tiene una distancia óptima que deberemos ensayar antes de utilizarlo para nuestra exposición y, por supuesto, sin que el público esté presente, de manera que, posteriormente, no sea necesario forzar la voz para hacernos oír por todos.

Un micrófono bien abierto debe captar todas las modulaciones, todos los cambios de registro y de intensidad de nuestra voz.

Y otro consejo, tenga cuidado con sus palabras en los tiempos aparentemente muertos.

Más de una vez el orador no se ha percatado de que el micrófono estaba abierto y ha dicho alguna inconveniencia o frase poco afortunada.

Algunas formas breves de discurso

Lo más probable es que en alguna ocasión tengamos que realizar un brindis, presentar a un conferenciante, agradecer algo, felicitar a alguien, ofrecer un regalo, exponer las conclusiones de un informe, las líneas de un proyecto, etc.

Todos estos tipos de discurso deben caracterizarse por su brevedad y por conseguir una finalidad muy concreta que puede ser aclarar algo a los oyentes, emocionarles, convencerles, divertirles, etc. según el caso, o simplemente, plantear un problema o una resolución concreta.

Para presentar a un conferenciante no es necesario hacer un cuadro demasiado vasto del personaje ni un currículum completo y triunfalista. El público puede pensar que lo que está diciendo lo hace por compromiso hacia la persona que está presentando. Siempre es preferible decir algo que predisponga a la escucha, algo que sirva de acercamiento a dicha persona con el público.

Si tenemos que ofrecer un regalo, expresaremos el motivo de dicho obsequio y el significado que tiene para quienes lo hacen, sin sobrepasar lo tres minutos de charla.

Los brindis

Es habitual que con motivo de la visita de un Jefe de Estado o de cualquier otra personalidad a nuestro País o a nuestra empresa (políticos, empresarios invitados, deportistas, etc.) se le ofrezca un banquete en su honor. Y lo normal es que se haga un pequeño discurso.

En Europa y en casi todo el mundo, los brindis pronunciados en los banquetes tienen lugar al término de la comida. En los Países Escandinavos, Extremo Oriente y en algunos estados africanos, el brindis se efectúa al comienzo de la comida.

Si el café y los licores se sirven en la misma mesa donde ha tenido lugar la comida, se esperan cinco minutos para pronunciar los discursos y proceder a los brindis.

Si el café y las bebidas se sirven en otro salón, el brindis se hará al terminar el postre.

En estos casos, el primer discurso lo pronuncia el anfitrión y después el invitado de honor.

En los homenajes, el brindis comienza con el presentador u organizador del acto explicando el motivo del homenaje para seguidamente dar paso al resto de los oradores (amigos, jefes, familiares). Éstos hablarán del homenajeado desde diferentes puntos de vista. Finalmente el homenajeado agradecerá la presencia de los invitados y sus muestras de cariño, dando por concluido el acto.

En otro tipo de actos, inauguraciones, actos académicos, el orden de los discursos es de menor a mayor categoría. Si bien en ciertas ocasiones, este orden puede verse alterado abriendo el acto la persona de mayor jerarquía dando la bienvenida a los asistentes, presentando seguidamente a los oradores en orden inverso a la importancia de los participantes, finalmente la misma persona que empezó el acto es la encargada de clausurarlo.

Las reglas que hay que tener en cuenta son las siguientes:

•  Brevedad: no exceder de siete u ocho minutos.

•  Inteligibilidad: sencillos.

•  Ser buen orador: sea ameno, no hable muy deprisa.

•  Conocer el tema.

•  Procurar no improvisar.

En cuanto a su contenido, suelen constar de:

•  Saludo de bienvenida al invitado de honor.

•  Explicaciones sobre el motivo del acto o reunión y palabras de agradecimiento a los invitados por su presencia.

•  Realización de un brindis con los mejores deseos para el invitado de honor, su empresa o institución y su país, si es extranjero. Acto seguido, toma su copa con cava (nunca con agua), la levanta a la altura de los ojos y bebe. Los invitados hacen lo mismo excepto el homenajeado.

La respuesta del homenajeado o invitado constará:

•  De unas palabras de agradecimiento.

•  Contestación a las palabras del anfitrión y muestras de amistad para todos los presentes.

•  Seguidamente, el homenajeado brinda por los presentes, levanta su copa y dirigiendo la mirada a los invitados, sonríe y bebe.

Recomendaciones para la lectura en voz alta

Hay que realizar una lectura inteligente en la que se resalten las palabras más importantes de cada frase de tal manera que los oyentes participen plenamente del ritmo del texto. Para ello es necesario trabajar el texto. Le aconsejamos ensayar, sobre todo si es la primera vez que realiza un discurso. Lo mejor “soltarle” el discurso a alguien de su confianza para que le indique los fallos. Otra solución es ensayar ante un espejo para observarse y ensayar los gestos. Deberá cronometrar el tiempo de su exposición teniendo en cuenta que tiene que tardar lo mismo en leer cada hoja, si todas tienen la misma extensión. Es muy frecuente que a causa de los nervios, el orador empiece muy deprisa y luego vaya a un ritmo más lento ya que se va tranquilizando o bien al contrario que empiece bien y luego debido a que está deseando acabar, se acelera y habla excesivamente deprisa.

Las pautas a seguir son las siguientes:

  Mecanografiar el texto en hojas sueltas, y por una cara.

  Tamaño de la letra, espaciado e interlineado adecuados a la lectura (más grandes de lo habitual para ver bien y que permitan los saltos de vista).

  Ocupar de la mitad a dos tercios superiores de la hoja para no inclinar la cabeza.

  No llenar las hojas, para pasarlas poco a poco y evitar la sensación de pesadez.

  Destacar, sin abuso, las ideas para enfatizar e incidir en ellas.

  Utilizar adecuadamente (para leerlos) los signos de puntuación.

  Proporcionar una extensión equilibrada a los párrafos.

  Familiarizarse con el texto con varias lecturas preparatorias.

  Levantar la vista hacia el auditorio al final de cada párrafo u hoja.

  Terminada una hoja, se pasa sin dar vuelta, dejándola a un lado.

  Los folios deben ir numerados, sin grapar.

  Evitar incisos aclaratorios, salvo por necesidad y terminado el párrafo.

  Hacer pausas para descansar y aprovecharlas si se pierde línea.

  Leer pensando que lo hace para otras personas.